Bienvenidos a mi blog particular donde espero que os sintáis como en casa y donde están guardadas muchas cosas buenas y no sólo la esperanza como en la caja de Pandora.

Disfrutad y pasad un buen rato, espero que después de recorrer mi Caja Particular salgáis sabiendo algo más de mí. Y por supuesto, cualquier opinión es bienvenida.

Saludos, un beso y un fuerte abrazo. Elo.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Foxy Lady


¡Zorra!
¡Zorra, zorra, zorra, zorra!
No puedo creer lo que está pasando por culpa de esa zorra. Es de locos.
No deberían estar pasándome estas desgracias, soy una persona normal y corriente, no me merezco toda esta mierda…
Me tengo que calmar. No puedo ir de esta manera a la Policía…¡Zorra!
Todo empezó cuando me dijo que estaba embarazada. La muy zorra me había dicho que tomaba la píldora. Puta mentirosa, hay que estar mal de la cabeza para ser así de falsa. Lo que empeoró todo fue cuando me dijo que quería tenerlo. ¡Quería tener al puto niño! Había perdido el norte, se había vuelto loca. ¡Como iba la muy zorra tener un hijo mío!
Por mucho que intenté convencerla de que era una locura, ella me dijo que, con mi consentimiento o sin él, tendría a nuestro hijo y aquí se plantó. Esto me hizo valorar la situación y tomé una decisión. Esto no podía ser, esto no podía continuar.
Laxatin 400, dos cajas. Dormipharm cápsulas, una caja. 12,36€. Internet es un invento abominable donde un cualquiera como yo puede aprender como producir artificialmente un aborto. Hay gente que está realmente enferma de la cabeza que te aconseja sobre el asunto en repugnantes foros y chats sobre la muerte y la decadencia humana. Es muy triste.Una pastilla del laxante diluida en una bebida, una vez por la mañana y otra por la noche. Una cápsula del somnífero mezclada entre la comida en cada cena. Así durante dos semanas y el feto en gestación moriría silenciosamente produciendo en ese momento dolores fuertes y agudos al vientre de la madre hasta que ésta expulsase el pequeño cadáver como quién escupe un chicle al que se le ha ido el sabor.
Pero la muy zorra estuvo dos semanas con el tratamiento, ¡y nada! Y hasta tres, ¡y nada!
La rutina del veneno fetal no servía de nada. Putos freaks de internet, además de estar enfermos no tienen ni puta idea…
Perdí los nervios. Una noche, La Noche, decidí aumentar la dosis y acabar con esto de una puta vez. Ocho pastillas de Laxatín dosificadas entre el vino, agua y té que tomó acompañando su ensalada de pasta fría con el contenido de tres cápsulas de Dormipharm entre macarrón y macarrón.En la sobremesa se empezó a sentir mal. Por esto mismo se fue a la cama antes de tiempo, “a ver si se le pasaba”. Me quedé en el salón mirando la tele y esperando nerviosamente a que pasase algo. “¡Aborta zorra, aborta zorra!” era lo único que podía pensar en esos momentos.Oí un ruido. Ella salió disparada de la habitación hacia el baño. Ahora me tocaba actuar: “¿Te pasa algo cariño?” y salí tras ella. Recibí como contestación un gran pedo de camionero seguido de otros menos potentes síntoma de una gran diarrea. Ella gemía del dolor. Estaba pálida, tanto como el mismo wáter y le caían gotas de sudor de la nariz, barbilla y orejas. El pelo pegado a la empapada cara y solo gemía y gemía.
Entre flatulencia y flatulencia le preguntaba si estaba bien. Flatulencias ronroneantes cargadas de excremento líquido, gases que solo salían acompañadas de ruido y residuo, pedos que ametrallaban la mierda por todos lados… Olía a podrido y eso me hizo pensar en el feto ya muerto. “Escúpelo zorra, expúlsalo ya.” Luego pegó un gran chillido y se llevó las manos al vientre. Se dobló de dolor. Gimió y siguió gimiendo. “Escúpelo zorra…” Luego dejó de gemir. Se quedó doblada con la cabeza entre las rodillas y las manos en el vientre. Los pedos siguieron durante un minuto más y perdiendo fuerza. Había perdido el conocimiento. La levanté y la metí en la bañera para lavarla. Luego miré en el wáter. Vi ahí, flotando, justo en el centro de toda la mierda que teñía de marrón todo el interior de la taza, a mi hijo. Tan pequeño como un haba. Lo miré durante unos minutos. Luego tiré de la cadena. Miré a la desmejorada madre. Me sentí tristemente aliviado.Empecé a ducharle con agua fría para lavarla y despertarla. Habría que llevarla al médico.
Me di cuenta de que algo iba terriblemente mal. Ella no respiraba.¡La muy zorra no respiraba! Le puse la mano sobre el pecho. No le latía el corazón. ¡La muy zorra se me había muetro! Se me había cagado hasta la muerte. Vaya forma tan glamorosa de morir… ¿Cómo podía hacerme algo así? Siempre tenía que tener la última palabra, siempre tenía que joderme en todo. ¡Zorra, zorra, zorra, zorra!
No podía acudir a un hospital o a la Policía, me culparían a mi de su muerte y me encerrarían de por vida. La sociedad me consideraría un monstruo. Pensé en Papá y Mamá. ¿Qué pensarían de mi si pudieran levantar la cabeza de sus tumbas? Me sentí avergonzado de la vida que había llevado hasta ese momento. Derramé unas lágrimas de tristeza y otras de rabia. Esto tenía que ser un secreto que llevase a la tumba. Pensé en frío. Tenía que deshacerme del cadáver. Lo tenía que hacer sin levantar sospechas. La mal nacida solo me proporcionaba un problema tras otro, menuda puta. Pensé que después de deshacerme del cadáver, esperaría cuatro días y luego denunciaría su desaparición a la Policía, este sería mi plan.
No me vi con el valor de llevarla en el coche hasta un bosque y enterrarla. Trocearla y tirarla metida en bolsas de basura en varios contenedores de basura distintos me parecó muy arriesgado. Pensé en la picadora de carne que me había regalado Papá. No lo dudé más. Encendí el cacharro del infierno. Siempre me había dado mucha grima su sonido. “Ten cuidado con los dedos” me decía ella siempre que yo picaba carne. Por esta razón decidí comenzar con sus manos. Me sorprendió la facilidad con la que trituraba tanto carne como uñas y huesos. Pronto me di cuenta que tendría que cortar su cuerpo en pedacitos pequeños para que cupiesen en la picadora. Esto lo hice en la bañera y con los cuchillos que me regaló Mamá. “Papá, Mamá, ahora no miréis.”
Cuando la tuve picada entera la separé en raciones de 250gramos envueltos en film transparente. 156 paquetes individuales que guardé uno a uno en el congelador y de las que me iría deshaciendo poco a poco, sin levantar sospechas. Luego tuve que limpiar toda la sangre de la bañera y cocina. La zorra sangró como una puta cerda. Me costó la vida limpiarlo todo bien, para no dejar marca. Cuando terminé ya había amanecido.
“Cuatro días” pensé. Cuatro días e iría a la poli a denunciar su triste desaparición sin rastro…Cuatro días… ¡Ya han pasado ocho y aún no he tenido los cojones de ir!. Si no voy ya se me podría considerar sospechoso de su desaparición. Pero estoy demasiado nervioso, al fin y al cabo soy una persona normal y corriente. La muy zorra siempre me causa problemas, uno tras otro… Zorra… Tengo que controlar mi rabia hacia ella. No pueden notar que odio a esa zorra por lo que me ha hecho… Creo que estoy listo.Bueno. Aquí estoy, frente a la comisaría. Tres… Dos… Uno…¡Allá voy!
-Buenos días, ¿en qué le puedo ayudar?- me pregunta un policía detrás de la ventanilla.
-Vera agente… Esto… Como le diría yo esto… Yo creo… Creo que…
-Tranquilícese señor,¿qué me quiere contar?
- … que la muy zorra de mi hermana, ha desaparecido …

(Por gentileza de David Finch)

lunes, 27 de octubre de 2008

El confesionario


Las campanas de la iglesia tocan el último aviso para la misa de las ocho mientras en la sacristía el Padre Rafael se abrocha los últimos botones de la sotana, se coloca bien el alzacuellos y pasa alrededor de sus hombros la estola morada delante del espejo. La imagen que le devuelve es la de un hombre de mediana edad, algo canoso, delgado y de semblante relajado.

Al salir a la iglesia se encuentra con Antonia, una de las feligresas que le ayudan en las tareas diarias, en la ayuda a los pobres y en las liturgias.
- Antonia, ¿está todo ya preparado para la misa?
- Si, padre.

El Padre Rafael va hacia el altar, prepara el cáliz y las bandejas y después va hacia las puertas de la iglesia. Siempre le ha gustado ir al encuentro de los fieles como si los recibiera en su propia casa. Se coloca en el primer escalón y va saludando a cada uno de ellos: todos aquellos ancianos, parejas jóvenes, hombres y mujeres que forman todo aquél pueblo de provincias en el que le ha tocado ejercer su oficio. Conoce a todos y cada uno de ellos, su nombre, su historia, su vida ... Manolo, su mujer y sus siete hijos, Margarita con su hija minusválida, Tomás que se quedó viudo hace un año, o Ana, sola desde que murió su madre hace 6 meses y que parece que ha encontrado refugio en la iglesia.

Cierra la puerta una vez han entrado todos ellos y camina lentamente hacia el altar. Empieza la misa, que se alterna entre oraciones, alguna homilía, un pequeño trozo del evangelio leído por Antonia, Eva o Ursula, y algunos cantos de la pequeña coral que han montado algunas de las feligresas. Desde su silla oye emocionado la entonación de todas ella, y especialmente de Ana, que además toca melodiosamente el órgano, creando una bella música.

Prepara el ritual de la comunión y todo el pueblo forma una larga cola delante de él para tomar el santo pan. Se siente orgulloso de aquellos niños que desde hace poco se acercan a él y se emociona con los ancianos que caminan a duras penas. Los mira a todos a los ojos, hasta que se encuentra con unos ojos intensos, tan emocionados como los de él, los de Ana.Se acerca a él un paso más, se inclina un poco y entreabre los labios. El le ofrece la comunión y al retirar sus dedos los roza por unos segundos con la piel de ella. Se entrecruzan una última mirada y un escalofrío le recorre el cuerpo. Siente turbado que se le desvía la mirada hacia la dirección que ha tomado ella, pero rápidamente reacciona.

Diez minutos más tarde acaba el ritual, todo el mundo se marcha poco a poco y él se retira al confesionario como hace después de cada misa. Ya hay alguna viejecita esperando y sonríe para sí mismo pensando qué pecados habrá creído cometer aquella pobre mujer.Escucha silencioso un par de voces ancianas que piden más un consejo cotidiano que la absolución a sus pecados, hasta que oye una voz familiar que le saluda a través de la reja: es una voz femenina, joven y armoniosa. La reconoce al instante y su piel se eriza sin poder remediarlo. Su oído se agudiza y no puede reprimir un pequeño carraspeo:
- ¿en qué puedo ayudarte, hija mía?
- Padre, he cometido un gran pecado.
- Cuéntame, hija.
- Padre, me ha costado mucho reunir la fuerza suficiente para poder venir a hablar con usted, pero la vida se me ha hecho insoportable. Usted es para mí... una luz, mi única ilusión, padre.
- Hija mía, la fe es un gran apoyo para todos nosotros – dice el padre Rafael con un hilo de voz.
- No, padre, no se trata de eso. No sé cómo decirlo .... padre, yo le quiero, estoy enamorada de usted y siento que necesito estar a su lado como necesito el aire para respirar.
- Pero, hija... – y en ése mismo momento, y sin tiempo a reaccionar, oye levantarse a Ana al otro lado y el eco de sus pisadas apresuradas por el pasillo de la iglesia en dirección a la calle.

El sacerdote sale a toda prisa del confesionario, no hay nadie en toda la iglesia, y logra atrapar a Ana justo antes de que salga. Su corazón late a toda prisa, su mente está nublada y la única imagen que le invade ahora es la de sus dedos rozando levemente los labios de Ana hace un rato.La agarra del brazo, la chica se gira ruborizada y sin pensar un instante, se abrazan y se unen en un largo beso. El tiempo parece detenerse hasta que se unen en uno solo en la habitación de él. El sacerdote siente que su mundo se ha empequeñecido para reducirse a ésos ojos, a sus mejillas arreboladas, a su respiración entrecortada, a la unión de sus cuerpos y el tacto de la piel de Ana y cuando todo acaba, él cae rendido en un profundo sueño abrazado a ella.

Horas más tarde, el padre Rafael se despierta empapado en sudor a causa de terribles pesadillas. Ana ya no está allí. Mira a su alrededor y por un momento no reconoce nada. No puede creer lo que ha sucedido. Siente que su mundo, sus principios, su fe, todo se tambalea. Se pone la sotana y los primeros rayos de luz que se cuelan por las vidrieras de la iglesia lo encuentran rezando de rodillas delante del altar con su rosario entrelazado entre los dedos.No es consciente de lo que pasa a su alrededor hasta que Antonia le toca levemente el hombro:
- Padre, debo prepararlo todo para la liturgia, pero no encuentro el cáliz ni la bandeja de plata.
- ¿Cómo? ¿Has mirado en la sacristía y en el otro armario?
- Si, Padre.
- Bueno, no te preocupes... luego lo buscaré yo más tranquilamente. No te pongas nerviosa. Coge los de la otra colección.
La siguiente misa la lleva a cabo maquinalmente, sin darse cuenta de nada, lo único que hace es recorrer la mirada entre la gente, intentando ver entre aquellas caras la de Ana, pero sin éxito. A la vez, siente una presión en el pecho y una incertidumbre que le llena el corazón.
Una vez acabada la misa, se dirige al confesionario, pero se detiene en seco antes de sentarse. Encuentra un sobre cerrado en el asiento. Lo abre y encuentra la siguiente nota:"Perdóneme Padre, por los pecados que he cometido. Hace tiempo que rondaban malos pensamientos por mi cabeza y hoy le he hecho incurrir a usted en un pecado infame que jamás me podré perdonar.No sé si habrá salvación para mí, ya que además de todo ésto, he robado a la santa Iglesia objetos sagrados, pero son quizás mi única oportunidad de poder escapar del pueblo y de la deshonra tan grande en la que he caído.Perdóneme, Padre, por los pecados que he cometido".

El sacerdote cierra los ojos. Siente a la vez como si parte de su alma muriera y otra renaciera con más fuerza y fe. Rompe la nota y la guarda en el bolsillo de la sotana mientras abre la portezuela del confesionario. Maria, una viejecita que se confiesa todos los martes, le dice....
- Perdóneme, Padre, porque he pecado.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Obras completas. Horacio Quiroga


Menudo descubrimiento....
Gracias al curso de Escritura Creativa que he seguido éste año en Aula de Escritores me he adentrado de lleno en el mundo de los relatos.
Un día nos hablaron de la temática del terror o miedo psicológico y uno de los nombres que resaltaron fue el de Horacio Quiroga. Curioseé y quedé totalmente impresionada. Qué relatos magistrales...
"El almohadón de plumas", "La gallina degollada" o "El hijo" han sido algunos de los relatos con los que he podido disfrutar y sufrir a la vez jajaja.
Así que.... finalmente he comprado éste volumen de Obras Completas, del que he leído algunas partes pero tengo que confesar que me cuesta cogerlo porque vivo sola y sobretodo, porque suelo leer por la noche, una hora no muy propicia para sumergirme en ésos relatos de terror, jajajaja.
Un libro que recomiendo con gran fervor, en una palabra.

La canción de Dorotea. Rosa Regàs


Es extraño hacer resaltar ésta novela. Antes de nada quiero aclarar que lo hago por un motivo totalmente personal.
No es una gran obra, pero en su día la leí porque cayó en mis manos en plena época estival y en un lugar tan perdido que no había una librería en 10 kms. a la redonda.
La nombro por dos razones. Una porque Rosa Regàs es una gran escritora que vale la pena mencionar.
Dos... por el impacto personal tan grande que tuvo en su día ésta novela para mí. Creo que pocas veces me he llegado a identificar tanto con un personaje y sobretodo, con lo que pasa alrededor... iba leyendo-devorando página tras página y parecía que me explicaban mi propia historia.
Incluso quería llegar al final para saber cómo tenía que resolver yo mi propio dilema. Hay tantos y tantos datos que coinciden... que aún cuando lo recuerdo me recorre un extraño escalofrío.
Dejando éste tema aparte, es una novela entretenida, típica premio-planeta, fácilmente leíble pero muy bien estructurada... no quiero tirarle demasiadas piedras sobre el tejado. Cada cual que saque su propia conclusión.

Saltos


La vida es un caminar constante lleno de cambios, pero últimamente mi vida se ha convertido en un sendero no de pasos sino de saltos y de qué proporciones... siento que cualquier cosa que haga va a significar para mí un salto al vacío.
No un salto fatal, siempre he creído que los cambios traen cosas buenas, pero encontrarlos todos a la vez... jajajaja.
Parece que Nortia, la diosa del destino, se ha fijado en mí y quiere jugar un poquito con mi persona.
Amor, Trabajo, Amistad.... todos ésos aspectos se mueven ahora. Bueno, afrontaré las sorpresas una a una y veremos con qué colores se dibuja mi nueva vida.
Aquí te espero Nortia, sin temor y dispuesta para la batalla.

viernes, 29 de agosto de 2008

Dulce Melodía


Me levanto poco a poco como cada mañana, dolorido por culpa de éste maldito colchón o quizás por la espalda que ya no es lo que era. Me desperezo y voy hacia el baño intentando colocarme la leonina cabellera en su sitio. El espejo me enseña un tipo de mediana edad, con el pelo casi blanco por la inmensa cantidad de canas, una perilla mal recortada que creo me da un aspecto intelectual y que acompaña al físico un tanto descuidado.

Me ducho, me afeito, me meto dentro del traje un poco raído de siempre y cojo el maletín con el que voy a todas partes. Miro a mi alrededor, el piso es viejo y está hecho un desastre, el polvo invade lo poco que queda, pero ya lo arreglaré otro día. Sólo hago mi pequeño acto fetiche de todos los días: me acerco a una mesa, miro un viejo retrato de mi único hijo y lo acaricio con amor, deseando que ése pequeño contacto le llegue esté donde esté.

Bajo al bar y me siento en el taburete de siempre, el segundo al fondo de la barra del bar, donde le pido a Pedro que me prepare un café solo y un bocadillo de tortilla. Me lo como con parsimonia mientras miro a la variopinta concurrencia que se reúne siempre por las mañanas en éste bar del barrio oeste de la ciudad: el grupo de ancianos con su periódico y su charla futbolera, un par de estudiantes del instituto de al lado, que llegan tarde pero no parece importarles mucho, Manolo que entra con sus gafas de sol y sus cupones de la ONCE y doña Pepita, que empuja torpemente su carro de la compra hasta el rincón de la tragaperras, donde seguro que se dejará la mitad de los euros que lleva en un llamativo monedero, y que al salir de casa eran para comprar toda la comida de la semana.

Salgo media hora más tarde sin ninguna prisa camino del centro de la ciudad. Mi caminar es lento pero constante y voy mirando ahora los pocos metros que tengo delante de mí , ahora la punta gastada de mis zapatos. Llego a la Plaza Mayor y me dirijo directamente al mismo sitio de siempre, sin percibir siquiera el sol de media mañana, las palomas que sobrevuelan la fuente de veinte metros más allá ni el gentío que va y viene en todas direcciones, algunos con más rapidez que otros.

Dejo el maletín en el suelo, lo abro y saco mi viejo saxofón. El estuche queda abierto esperando recibir lo suficiente para pasar el día de hoy y con suerte un poco más. Miro un segundo embelesado el dorado peculiar que ha ido cogiendo el instrumento después de tanto tiempo y lo acaricio sin darme cuenta. Ahora es el momento.

Entorno los ojos y empiezo a tocar una tras otra las mismas canciones de siempre, conocidas algunas en viejas partituras y otras simplemente de oído. Se acercan algunas personas, cada vez más, hasta que sólo veo un bloque desconocido ante mí. Los miro uno a uno y entonces es cuando veo la diferencia de cada una de sus caras y expresiones: curiosidad, distracción, impaciencia o embeleso. Guiño de vez en cuando el ojo al viejecito, a la muchacha inocente o a ése niño de pocos años que se acercan a poner monedas delante de mí.

Cierro los ojos para disfrutar de la música pero de repente, .... oigo el sonido de una moneda rodar por el pavimento. Abro rápidamente un ojo y veo un niño gitano, de no más de 6 años, desaliñado, despeinado y sucio, que recoge la moneda. Ya sé que es tan sólo una moneda pequeña pero mis instintos se han puesto alerta. Lo imagino ya corriendo en dirección contraria con el tesoro en su pequeña mano, pero me relajo y me culpo a mí mismo al ver cómo se acerca muy despacito, mirándome a los ojos y escuchando encantado el sonido del saxo deja caer la moneda en el estuche junto con las demás.

Le guiño un ojo como siempre, pero ésta vez lo hago con un punto más de cariño. El pequeño no me es desconocido, lo he visto rondando algunas mañanas por la zona, siempre sólo, supongo que buscando algo que robar o recoger para comer o llevarse consigo.

Termina una de las canciones y el niño aplaude tímido pero con la boca abierta. La gente se dispersa pero él sigue allí de pie, mirando el saxo, observándome de arriba abajo un poco hipnotizado. Vuelvo a tocar y el niño sigue en primera fila, un poquito apartado, pero pendiente ahora de mí, ahora de las pequeñas multitudes que van y vienen.

Va pasando el rato y el sol cae en el cielo, por lo que desaparece por encima de los tejados de la Plaza aportalada. Empieza a hacer frío y cada vez hay menos bullicio. Los turistas y las familias con niños son reemplazados por adolescentes y sus bebidas en las manos, parejas de policías en su ronda habitual y algún que otro barrendero.

Recojo las monedas, no ha sido un mal día, y guardo el saxo. Cierro el estuche, me giro y miro interrogante al niño. Me mira como esperando algo, ¿una respuesta?, ¿una moneda?.

Me encojo imperceptiblemente de hombros y él esboza una sonrisa. Alargo mi mano y él se agarra a ella con familiaridad. Nos miramos un momento y empezamos a caminar hacia la calle principal en dirección hacia casa.
- Me llamo Carlos, ¿ y tú? – le digo.
- Kike.

martes, 12 de agosto de 2008

Miguel Delibes


Empiezo mi sección de Dioses. Sí, aunque lo pueda parecer no soy una feminista, aunque puede que mi carácter un poco soñador me haya hecho fijarme más en las mujeres sobresalientes, también tengo un gran cajón lleno de importantes hombres.

El primero en señalar es Miguel Delibes. Este grandísimo escritor nacido en Valladolid ha sabido llevarme mecida en sus brazos a través de todos sus libros por ésa España provinciana en tiempos del franquismo en la mayoría de los casos, tan atractivamente porque es nuestra historia más cercana y porque recrea perfectamente el mundo en el que mis padres y mis abuelos vivieron sumergidos.
Además tenemos la gran suerte de que es un escritor muy prolífico, así que aunque he leído algunas novelas aún quedan muchas con las que poder recrearme.
Si tengo que destacar libros en mi humilde opinión creo que resaltaría éstos: "Cinco horas con Mario", el gran monólogo por antonomasia; "El camino"; "Los santos inocentes", increíble retrato de la antigua España rural; y "El hereje", algo distinto en argumento por ser una novela histórica centrada en la Inquisición.
Sencillamente, un genio de las letras que hace elevar a imagen bucólica tantos difíciles momentos vividos en aquellos años.

lunes, 11 de agosto de 2008

Desgarro

"A veces, en los peores momentos, miraba los años que me quedaban de vida, como si tuviera poder para verlos en toda su exigua extensión, veinte, treinta, cuarenta, y encontraba placer y solaz en la recomendación que me hacía a mí misma: aguanta un poco más, te alcanzará la muerte, y ya no tendrás que lamentarte de haber sido o de no haber sido, de haber actuado o no, ni te morderán los celos y la envidia que no quieres reconocer, ni el menosprecio por tu pasado, ni te fundirás de angustia ante los vacíos y todo se disolverá en el olvido."
Rosa Regàs. La Canción de Dorotea.

jueves, 24 de julio de 2008

Pasea conmigo

"A les nits, des del passeig dels til·lers i les moreres, mirava sovint l’habitació d’ells. Sempre m’ha agradat passejar pel jardí a la nit, per sentir-lo respirar. I quan em cansava i me n’anava xino-xano cap a la meva caseta sentia el viure tranquil de tot el que és verd i de colors a l’hora de la llum."
Mercè Rodoreda. Jardí vora el mar.

domingo, 20 de julio de 2008

domingo, 6 de julio de 2008

La maternidad


Faltan 3 minutos para las nueve de la mañana y como siempre llegamos tarde al colegio.
- Toni, por Dios, date prisa – le ordeno con un tono parecido a un grito ahogado.
El niño se coloca la chaqueta con un mohín y cuelga su mochila en su espalda. Cierro la puerta de casa, le agarro de la mano y empezamos a bajar las escaleras del viejo edificio. El niño da un pequeño traspiés.
- Toni! Cariño! Ten cuidado!! – le regaño mientras le aprieto más fuerte de la mano y yo misma me agarro del pasamanos metálico.
Llegamos al coche y le hago entrar rápidamente en él. Meto también la mochila, mi bolso, mi maletín, un par de bolsas de plástico y su mochila de extraescolares. El cinturón no se lo abrocho, el colegio está a dos calles y tardaré más tiempo en asegurarlo que en llegar a la puerta.
Arranco el coche y giro la esquina rápido, he podido saltarme el semáforo en ámbar. Miro un segundo a Toni por el retrovisor.
- Cariño, ¿llevas todos los libros que necesitas? ¿no te habrás dejado los deberes en casa, eh? – le digo con una sonrisa cómplice pero con un amago de desdén en la mirada.
- Lo llevo todo, mamá.
- Qué serio estás, cariño!, venga sonríe un poquito a tu mami, que te quiere mucho – a lo que el niño responde con una mirada de ausencia hacia la ventana.
Me concentro de nuevo en la conducción. Intento aparcar en segunda fila mientras las madres que ya salen cruzan por el paso de cebra sin ninguna prisa.
- Y encima dirán que van estresadas, ya les daba yo trabajo... – pienso mientras bajamos del coche y corremos hacia la puerta del colegio.
El conserje está esperando a los rezagados con la puerta en la mano y me juzga con ésa mirada de impaciencia y superioridad de casi todos los días, mientras beso distraídamente la mejilla de Toni y éste sale corriendo hacia su clase.
A partir de aquí el ritmo del día se ralentiza para ir cogiendo la velocidad de la rutina normal: la caravana de la autopista, el trabajo, los jefes, el almuerzo rápido, otra vez el trabajo y sin dejar de respirar me veo otra vez en el coche, lanzada en dirección al colegio de Toni.
- ¿qué tal el día, mi amor?
- Bien, tengo hambre mamá, ¿qué me has traído?
- Nada, no me ha dado tiempo. Vamos a la panaderia y te compro un zumo y un croissant, si? ¿quieres que vayamos al parque?
- ¿de verdad, mamá? Qué bien.
Dejo el coche aparcado y caminamos lentamente en silencio hacia el parque mientras a nuestro alrededor otros niños corretean alegres y sus madres caminan unos pasos más atrás en pequeños grupos.
Veo los primeros árboles y el camino de tierro que lleva a los columpios y juegos infantiles.
- Mamá ¿puedo ir a jugar? – me dice Toni.
- No cariño. Ven, vamos a sentarnos en aquél banco y te acabas la merienda.
- Bueno... pero ¿ cuando acabe vendrás a jugar conmigo?
- Vale, cuando termines. – vaya, se dice a sí misma - ¿ y ahora que me invento? Estoy rendida, no tengo ganas de levantarme y además tengo que leerme éste informe.
- ¿Te han puesto deberes?
- Algo – dice el niño mirándose las puntas de los zapatos.
- Pues entonces nos iremos pronto, eh?
- Toni! Toni! Vente a jugar! – es Alex, un amigo suyo.
Suspiro aliviada y le sonrío, diciéndole que ya puede ir a jugar. Abro el maletín, saco una carpeta con el informe y empiezo a leer.
Pasan unos minutos y levanto la vista. Veo a Toni corriendo hacia el tobogán, todo va bien. Me vuelvo a concentrar y pasan lo que yo creo que son varios minutos más. Una gota de lluvia cae sobre el papel. Levanto la vista al cielo: está tormentoso, y caen algunas gotas.
Miro hacia el parque, pero veo menos niños de los que espero, la verdad es que bastantes menos y sólo unas pocas madres que se apresuran a recoger sus cosas para no mojarse con la lluvia que amenaza con caer.
Busco a Toni con la mirada, no lo veo. Recojo distraída los papeles y mi bolso sin parar de mirar a todos los lados.
Empiezo a gritar: Tonii!!
Cuando aparezca me va a oír éste niño, siempre tan despistado, le he dicho que nunca se aleje de mí.
Me levanto y camino sin darme cuenta cada vez más rápido. No veo a Toni por ningún lado, ni a Alex, ni a su madre. Noto cómo se me acelera el corazón: Tonii!!, Tonii!!
Recorro todo el parque, todos los columpios. Nada.
Me acerco a una madre que conozco de vista y le pregunto por mi hijo pero dice que hace rato que no lo ve, que cree que estaba jugando con Alex.
La lluvia hace un rato que cayendo y ya empapa mi blusa, mi chaqueta y mi pelo pegándolo a mis mejillas.
Me paro en seco y miro a mi alrededor. Noto un calor muy intenso en mi pecho y es cómo si no oyera los ruidos de la ciudad. Sólo el silencio y mi voz: Tonii!!, Tonii!!
La respiración se me acelera y a la vez noto que me falta el aire. Veo el rostro de mi hijo en mi cabeza, supongo que deseando verlo aparecer por cualquier sitio.
Entonces empiezo a correr. Al principio no sé hacia dónde pero ni me paro a pensarlo, me da igual, sólo corro. Después me dirijo hacia la parte de atrás del parque donde hay un pequeño bosque. Todos los rincones me parecen iguales y respiro con la boca abierta mientras grito el nombre de mi hijo, que a fuerza de repetirlo de repente parece que mi cerebro no lo reconoce.... Toni, Toni....
Los latidos de mi corazón palpitan en mis sienes y no paro de ver imágenes que se suceden: Toni raptado o atropellado por un coche, herido por alguna caída... y se intercambian con Toni merendando a mi lado, cuando no fui a jugar con él cuando me lo pidió, Toni cuando iba de mi mano ésta mañana en silencio mientras yo le gritaba nerviosa....
Cierro los ojos un momento – Toniii, ven aquí, grito – el agua corre por mi pelo, por mi cara y por toda mi ropa. La ira me invade, todo esto está fuera de mi control.
Una sonrisa irónica aparece en mis labios. Ya sabía yo que no debería haber tenido un hijo, todo es demasiado impredecible, cansado.
- Seré idiotaaa!!! Ja, ja, ja, ja – empiezo a mascullar, a reir de forma extraña, gutural, profunda. Me quiero ir de aquí, estoy cansada.
- Me voy!! – grito. Abro los ojos y vuelvo sobre mis pasos.
Y entonces... veo en el claro delante de mí una rama de árbol caída en el suelo y un pequeño cuerpo interte en el suelo.
El tiempo se detiene hasta que me arrodillo a su lado y agarro a mi hijo en mis brazos. Tiene una gran brecha en la cabeza, los ojos abiertos y aún está caliente pero sé que él ya no está conmigo.
Lo abrazo muy fuerte contra mi pecho, mis uñas se clavan en su carne y su cabeza cae hacia atrás. Una lágrima se confunde con la lluvia, rueda por mi mejilla y cae al suelo. Cierro los ojos muy fuerte y un alarido sale de mi garganta.
Hinco aún más fuerte mis uñas en su espalda hasta que atravieso su piel. No sé cuanto tiempo estoy así.
Me levanto poco a poco y le propino varios azotes a la vez que grito....
- !Cuántas veces he de decirte que no te alejes de mi lado!!!!
Entonces me pongo en pie, lo dejo caer con violencia y corro hacia mi coche bajo la lluvia.

Reflexión de domingo por la tarde

Galopé mientras el viento ondulaba mi cabello y la libertad acariciaba mi cuerpo, pero cuando me detuve las cuerdas ataban más mi alma

La mirada de Daniel


Aparco el mercedes último modelo en el parking exclusivo para clientes del Restaurante que me había aconsejado Elena. Apago el motor y Daniel me besa el cuello mientras me roza un pecho. Nos reímos satisfechos y acabo de colocarme los pendientes, aliso mi pelo rubio y me pinto los labios con cuidado.
Nos bajamos del coche y noto el aire frío que me refresca la cara y todo el cuerpo, todavía acalorado después de haber pasado la última hora haciendo el amor desenfrenadamente en un hotelito discreto.
"No está nada mal este Restaurante", pienso mientras el maître nos acompaña a una mesa situada en el centro del salón y veo que hay algunas caras conocidas: directores de Banco, empresarios y otra gente adinerada. Sonrío para mí misma cuando veo que varios hombres se giran para admirar mi estupendo y cuidado cuerpo.
Daniel camina detrás de mí, con un traje caro de color azul marino que hace conjunto con su camisa y corbata. Es un hombre atractivo, alto, delgado, moreno, de 40 años, recién divorciado aunque un poco tímido. Cuando yo lo conocí era el típico abogado promesa que se acababa de casar con la hija del socio de mi marido en el bufete de abogados donde yo también ejercía de abogada especializada. La atracción fue mutua y en muy poco tiempo se convirtió en mi amante, y de eso hacía ya dos años.
Nos sentamos y me pongo a mirar la carta. Me cuesta decidir porque estoy pensando en cómo decirle a Daniel que lo nuestro se ha acabado. No me importa que él diga que se ha divorciado por mí, yo no quiero ni puedo arriesgar mi status y mi matrimonio con Roberto por una aventura.
Pedimos nuestros platos cuando se acerca el camarero y miro a Daniel fijamente.
- Lo nuestro se ha terminado Daniel.- le digo sin titubear.
- ¿Pero que estás diciendo, cariño? – se quita las gafas y empieza a juguetear con ellas, a mordisquear las patillas, como hace siempre que está nervioso.
- Lo has oido muy bien, esto tiene que acabar. Y no me llames cariño – añado, susurrando.
- No pienso renunciar a ti. Estoy enamorado de ti. Quiero estar contigo, Sofía.
- No voy a dejar a Roberto, lo siento. Lo nuestro no llevaria a nada, y....
- ¿ Quieres decir que no me quieres??... ¿ que he dejado a mi mujer por ti para nada??
- No me interrumpas, Daniel... y yo no te dije en ningún momento que dejaras a tu esposa. – lo miro con gesto frío, mientras toco instintivamente mi collar de perlas.
- No lo entiendo. Me dijiste que me querias.
- Lo siento, supongo que estaba confusa, pero he cambiado.... y ... se acabó.
Nos interrumpe el camarero cuando nos trae los primeros, tiempo que ayuda a Daniel a reaccionar. Cuando nos volvemos a quedar solos, su rostro es imperturbable y su mirada fría.
- Bien, querida.... no te preocupes, lo entiendo. Fue bonito mientras duró. Tranquila, no te culpo de nada.

En ése momento, y sin que me dé tiempo a reaccionar se levanta y me besa en los labios.
- Pero estás loco o queee ¿no sabes que mucha gente de aquí me conoce?
- Solo era un beso de despedida, mi amor.
Su mirada es acerada y tiene una sonrisa extraña y cruel en el rostro. Le miro interrogante y él hace un gesto mínimo con la cabeza señalando detrás de mí. Me giro y veo que mi marido acaba de entrar en el salón con unos clientes y que está mirando hacia aquí.
Un estremecimiento me recorre el cuerpo y un peso me clava en la silla dejándome sin aliento y sin saber qué hacer, pero mi marido se adelanta. Lo veo avanzar hacia nosotros, con aquel andar lento y seguro que le caracteriza y se detiene a nuestro lado.
- Esto le da sentido a muchas cosas, mi querida Sofía.
- Cariño, no sé lo que has visto, pero....
- No, Sofía, no.... deja tu poder de persuasión para otro momento. Se acabó, querida. No vuelvas por casa, ni tampoco por el despacho.
- Pero, cariño.....
Ya es demasiado tarde. Mi marido camina tranquilamente hacia la mesa donde le esperan los dos hombres. Me vuelvo lentamente hacia Daniel, mirandolo sin verlo. Mi vida se ha acabado, todos mis planes, todo mi futuro ha saltado por los aires.
- Bien, supongo que esto lo cambia todo, querida. Ahora no hay ningún impedimento para que estemos juntos.
- Estas loco. Eres un pobre desgraciado que no llegarás a nada.
- Igual que tú, mi amor.
Me invade la ira y sin darme cuenta de donde estoy, mi mano estalla contra su mejilla en una bofetada que hace que la pareja sentada a nuestro lado se gire a mirarnos.
Le miro a los ojos, se ha derrumbado por unos segundos pero la mirada de acero vuelve a sus ojos.
Yo me recompongo y sin decir nada, me levanto, cojo mi bolso y camino hacia la salida.
Casi he llegado al guardarropia cuando me paro y vuelvo la vista hacia el salón, como mirando a lo que es ya el pasado de mi vida.
Entonces veo que Daniel se ha levantado y anda decidido hacia la mesa de mi marido mientras me observa con una intensa mirada. Eso me hace caminar hacia ellos instintivamente. Tropiezo con una camarera, pero no me hace detenerme.... estoy atrapada por los ojos de Daniel.
Estoy a dos pasos de ellos, mi marido sigue de espaldas charlando y Daniel busca algo en su americana. Parece que el tiempo se detiene cuando veo que lo que saca del bolsillo interior es una pistola.
Logro alcanzarlos en ése momento y grito un NOO que me parece eterno cuando noto un golpe seco en el costado, y caigo abrazada contra Daniel, sólo unos instantes, hasta que me derrumbo de rodillas a sus pies, agarrándome un segundo a su cuerpo. Caigo de lado en el suelo mientras veo cada vez más borrosamente cómo cae la pistola a unos centímetros de mi cara impregnada por mi sangre que mancha el suelo, y oigo el sonido de las suelas de sus zapatos corriendo hacia la salida.

Ruta Barcelona - Calella


- Ahí va! Bomboleooo, bamboleaaa!! – voy pensando mientras miro el culo gordo, grandioso, parecido a una mesa camilla que se mueve tres pasos delante de mí. Ahí va el culo de mi suegra!!. Claro, cómo no! Andamos por la bajada del parking a buscar MI coche, porque hoy nos vamos de vacaciones a MI apartamento y mi suegra se ha apuntado en el último momento, y aún así tiene que caminar abriendo la marcha, organizando el cotarro, nuestra vida vamos... y mi mujer, que en éste momento es más su hijita que mi mujer anda con una sonrisa resuelta en el rostro al ladito de su mamá. No caerá la breba de que salgan rodando cuesta abajo.
- Papáá! Ten cuidao, jope, que vas arrastrando mi mochila por el suelo.
- Pues llévala tú, niña.
Llegamos al coche y suelto las 3 bolsas de viaje, la nevera portátil, la sombrilla y la caña de pescar para buscar las llaves en el bolsillo de mis bermudas.
- Pepe, por dios, no apretes así las bolsas de la comida, y ten cuidado con la bolsa que lleva los huevos, ponla encima.
- Si no llevaras tantas bolsas de ropa cabría todo .... se puede saber que coño llevas en todas ésas bolsas? Porque yo lo llevo todo en la más pequeña.
- Si, claro! ¿Y los zapatos? ¿y los neceseres? ¿ y las toallas y las cosas de baño? Tú solo ves tus pantalones y tus cuatro camisetas, y lo demás lo tengo que preparar yo, me tengo que acordar de todo y encima tengo que aguantar que me digas que llevo mucha cosa. Sheylaa, no te he dicho que me ayudes? Tráeme la lámpara nueva que tu padre tiene que meterla. Pepe, no te vayas, hombre, mete la lámpara... pero quítale el plafón que lo vas a romper, bestia.
- Pues métela tu, joder
- Que yo no puedo sola con la lámpara, Pepe, ayúdame.
- Trae anda. Nos montamos en el coche y el silencio dura el tiempo que tardo en arrancar el coche. - Jope, Papa, quita la cinta del Camarón, vaya mierda, joder.
- Sheyla, un respeto a tu padre eh? Y a ver esa boca que como me gire te doy un bofetón.
- Eso es lo que tu te crees
- ¿Qué has dicho??
- Nada
- Niña, cielo, deja a tu padre, vaya a ser que se pierda y no contestes a tu madre. Anda que vaya niños los de hoy día. Le contesto yo así a mi padre o al abuelo y me tortean.
- Ay dejame ya, iaia.
- Sheyla no contestes a tu abuela. Pepe, ¿has cerrado la llave del gas?
- Sii, Pili, si. Anda pásame un cigarro.
- ¿pero conduciendo vas a fumar, hijo? Mi marido decía que no le gustaba fumar cuando llevaba el coche porque se entretenía y podía tener un accidente... mira que como nos choquemos...
- Tranquila, Antonia, que no pasa nada.
- Bueno, yo sólo digo....
Me inclino hacia la radio mientras muerdo con fuerza la boquilla del cigarro. Será metomentodo la vieja. De todo tiene que decir algo. Pongo una cinta de Camela bien fuerte, y me concentro en la autopista, aunque mi placer dura un minuto. Mi mujer abre la guantera y está trasteando entre las cintas de música. Coge una con gesto decidido y pega el cambiazo. Los berridos de la Merche llenan el coche con una de sus canciones lentas.
- Joder, Pili. ¿no puedes poner otra cosa?
- Ay déjame. Tú ponte a conducir no te vayas a despistar.
- Y daleee.
- Papa, vamos a parar que me estoy meando.
- Niña por dios pero si hemos salido hace sólo media hora.
- Pero tengo pipi.
- Pues haber meado en casa, ahora ya no paro hasta que lleguemos.
- Pepe, que no te cuesta nada parar un momentillo ahí en un ladito.
- Me cago en la leche, te quieres callar, Pili? ¿ahí me voy a parar, en el arcén? Que te calles.
- Pero hijo, que la niña se está meando.
- Que se aguante.
- Pues yo digo que si la niña se está meando le podias hacer caso a tu mujer, y...
- Antonia.
- ¿Qué?
- Nada.
Los siguientes diez minutos los hacemos en silencio hasta que vemos una señal con la próxima salida de un área de servicio.
- Mira, Pepe, ahí nos podemos parar.
- Y mira que estamos a diez minutos del apartamento y tener que parar ahora...
- Pepe que te pasas la salida.
- Pili, jodeerrr, que no me la paso, aquí quién lleva el coche, a ver. Ala, salir corriendo al váter.
Subimos otra vez al coche. Me enciendo otro cigarro y mi suegra se pone a toser fuerte. No se ahogará la madre que la parió.
- Mama, tengo hambre.
- Me cago en diossss
- Sheyla espérate que ya llegamos y enseguida hago la cena.
- Pero, ¿no has traído galletas?
- Ahora ya no comes galletas que luego no cenas.
- Jo, que sí que ceno.
- Que te he dicho que no y ya está.
- Pili, dale una galletita a la niña que no pasa nada.
- Mama, no te metas que ya le he dicho que no.
- Pero si unas galletas no son nada.
- Mamáa.
Llegamos a la puerta del apartamento, aparco el coche y empiezo a subir todas las bolsas al séptimo piso. Lo dejo todo en la entrada y respiro por fín tranquilo. Mi mujer y mi suegra están ordenando todo y mi hija se sienta en el sofá hablando por el móvil. Me acerco a la nevera y cojo una xibeca.
- Pepe, abre la llave del agua.
- No me dejarás descansar, con lo cansado que estoy.
Cojo la cerveza y me siento en una silla blanca de plástico en el balcón, mirando a la gente que pasea por la calle y respiro tranquilo.

Fiesta fin de curso de Aula de Escritores


Se acabó y ésta vez no se añade el "por fín" , sino el "que lástima". Una de las mejores experiencias de mi vida: hacer un curso de escritura creativa, donde creo que he aprendido a escribir un poquito mejor, y donde además he conocido a gente tan especial y maravillosa.
En la foto no estamos todos, faltan Juan y Nuria, que no pudieron venir a la fiesta de fin de curso que ofreció el Aula, y nuestro profesor de casi todo el curso, Sergio, qué gran profe.
Os detallo la foto:
De pie de izq a derecha: Daniel, el profe, Sebas, Monica, Jeremy, Angels, yo, Maite y Carmen.
Abajo: Xavi, Dave, Lucia, Carles y Rosa.
Bueno, según todos los indicios, el año que viene seguiremos juntos en otro curso, el de Narrativa... espero veros a todos ehhh??. Un beso y un abrazo muy fuerte, chicos.

Ya nada es lo que parece


Las puertas con alarma antirrobo de la sección de perfumería se activan justo cuando una pareja de chicos y yo pasamos a través de ellas.
Se oye un ruido ensordecedor, las luces rojas se encienden y se apagan, el alboroto hace que todo el mundo se gire a mirarnos y un guardia de seguridad alto y corpulento se acerque rápidamente.
La pareja de adolescentes está parada y los miro con recelo mientras coloco de manera exagerada el bolso debajo de mi brazo.
Intento disimular los nervios retocándome el pelo recién cortado, alisando mi blusa de Carolina Herrera, acariciando las perlas de mi collar y vuelvo a mirar a los chicos, con cara de reproche y desaprobación.
Por supuesto, cuando llega hasta nosotros el guardia de seguridad nos mira a los tres, pero sólo les pide a ellos que les enseñen sus mochilas, mientras me dirige una sonrisa educada indicándome que ya puedo marcharme.
Salgo de la tienda y el aire frío de la calle hace que respire con más tranquilidad, a la vez que mis mejillas dejan de estar sonrojadas.
- Hola, Pilar. ¿Qué haces aquí parada?
Es mi vecina del cuarto, Carmen, una mujer de mediana edad, creo que debe tener un par de años más que yo, aunque pienso con una sonrisa irónica que parece que haya llegado ya a los 50, tanto por las arrugas que la surcan el rostro como por el mal gusto que tiene para vestir.
- Ya ves, Carmen. Salía de comprar unas cremas y unos jóvenes estaban robando en la tienda. ¡He pasado una vergüenza! Ha sonado la alarma justo cuando salía. Y mira que parecían unos jóvenes muy normales. En fin, ya nada es lo que parece.
- Vaya por Dios!! Si es que ya no se puede estar tranquilo en ningún sitio. Cada día hay más violencia. Siempre que salgo de casa voy nerviosa pensando en que me pueden atracar o algo peor.
- Y que lo digas!! Bueno, me voy que aún he de comprar algunas cosas más.
La dejo atrás y paseo avenida abajo mirando los escaparates. Llego a una óptica y entro para mirar la nueva colección de gafas de éste invierno.
Hay media docena de personas en la tienda y un par de dependientas, pero al ver mi aspecto de señora de 40 años vestida de alta costura, se acerca rápidamente una atractiva dependienta de unos 30 años, pensando ya en la venta segura.
Le pido que me enseñe las nuevas gafas de Versace, de Gucci y de otras marcas y me trae una docena. Pongo las mías también en el mostrador y ella las admira diciéndome lo bien que enmarcan mi rostro.
Se levanta para traerme algunas más y yo sigo probándome gafas. Me miro en el espejo con unas gafas verdes que me han llamado la atención.
Entonces noto cómo empieza a rondar de nuevo por mi mente aquél impulso. Estas son maravillosas, mejores que mis gafas actuales, además..... ahora mismo no mira nadie. Sólo sería un pequeño movimiento, nadie lo notaría, podría hacer como si buscara algo en el bolso, el móvil por ejemplo.
Creo que me estoy sonrojando, noto un nudo en el estómago. Pongo las gafas verdes junto a las mías, agarro mi bolso del suelo y lo pongo en mi regazo. Miro una vez más a mi alrededor..... no hay peligro.
Abro el bolso, cojo el móvil, acerco la mano al mostrador.... y mientras meto mi mano en el bolso sonrío a la dependiente que ya se acerca con mi reluciente dentadura.
Diez minutos más tarde salgo de la tienda y vuelvo a respirar. Cojo un taxi y llego a casa enseguida. Sin quitarme el abrigo subo las escaleras, entro en mi habitación cerrando la puerta detrás de mí.
Me siento en el borde de la cama y abro el bolso: dentro de mí hay una explosión de sentimientos, mi corazón palpita, me siento viva de nuevo mientras noto a la vez alegría, triunfo, remordimiento y codicia.
Ahí está todo: unos pendientes de alta bisutería, el nuevo perfume de Chanel con mis nuevas gafas verdes.
Vuelvo a pensar en Carmen y sonrío: es cierto, ya nada es lo que parece.

Billie Holiday


Era apenas una niña y un día entré en una tienda de discos. Había escuchado un tipo de música que apenas conocía, el jazz, y decidí investigar y comprar alguna cosa.... mira por donde el disco que cayó en mis manos fué de la reina del jazz, Billie Holliday.
Cuando llegué a casa y empecé a escuchar una canción tras otra sentí que había encontrado el tipo de música que más me llenaba y me identificaba.... y además.... que descubrimiento..... creo que Holliday es la voz que refleja mejor los sentimientos y se deja guiar por la melodía.
Billie según dicen vivió dramas tanto dentro como fuera de sus canciones. Una corta vida para una gran artista. Ella me hizo adentrarme en el jazz, en sus cantantes y sus instrumentistas y disfrutar también del sonido del saxofon abrazándose a su voz. Qué grandes genios nos ha dado la música...

sábado, 5 de julio de 2008

Mercè Rodoreda


Hemos tocado la pintura, el cine, la música y cómo no... le toca el turno a la literatura y una de sus escritoras más importantes es Rodoreda. Supongo que no hace falta decir que es mi escritora favorita. He leído casi todas sus novelas y es maravilloso dejarse mecer por los sentimientos y las historias que nos cuenta Mercè. Es más, el otro día pensaba en volver a releer algunos de sus libros porque nosotros también estamos en constante cambio y quiero volver a experimentar las sensaciones que me despertó en su momento y ver si son las mismas.
¿Novelas a destacar de Rodoreda? ufff... es algo tan personal: mis preferidas son... "Jardí vora al mar", "Aloma", "Mirall trencat" y "El Carrer de les Camelies".
Los mundos que crea en cada uno de sus escritos son tan evocadores... y sí, lo reconozco, bastante femeninos. Empiezo a plantearme si no me dejo llevar demasiado por mi visión sentimental de la vida jajajja
¿Es normal maravillarse por el intenso color verde de una hoja en primavera o debería pasar por delante de ella mirándola sin verla? .... mmmm.... creo que no, no podría. La seguiré mirando como la miraría Rodoreda. Supongo que por éso me gusta tanto el mundo literario, soy una soñadora. Una soñadora que le encanta dejarse llevar despierta a ésos mundos que se inventan tantos y tantos escritores y cómo no, Mercè.

lunes, 14 de abril de 2008

Bette Davis


Aún tengo que descubrir mucho más de ella, pero ha sido la actriz que más me ha impactado jamás al ver una película: Eva Al Desnudo.

No voy a entrar ni mucho menos en defensa de las buenas o malas películas, ni voy a romper una lanza a favor de las antiguas o las modernas. Eva al Desnudo es indiscutiblemente una gran película, superando las barreras temporales o sociales, y cómo no, Bette Davis está insuperable en el papel de Margo Channing. Disfruté desde el momento en que aparece en pantalla e irónicamente sufrí al ver cómo aparecía la mosquita muerta de Eva Harrington, que mientras todos la compadecían yo veía cómo iba tejiendo una agónica tela de araña alrededor de nuestra Bette.

Además, fijaos en su pose y su fisonomía, sus ojos (Bette Davis Eyes....). Sin comentarios. Una diosa.

domingo, 13 de abril de 2008

Frida Kahlo


Otra de mis diosas: Frida Kahlo.

Una artista que me ha hecho disfrutar de la pintura y abrirme a éste arte un poquito más. Reconozco que es un poco peculiar, pero quizás es precisamente ésto lo que me ha atraído de sus obras: ésa manera tan particular e instintiva de captar el mundo y sobretodo ésa capacidad tan grande de plasmarlo en sus telas. Sus autorretratos y en general todos sus cuadros llegan a emocionarme por el nivel de generosidad y complicidad con todos nosotros al enseñarnos todos sus sentimientos.


La considero una gran pintora al saber transmitirnos su manera de ver el mundo y además durante toda su vida demostró ser un personaje como mínimo a observar detenidamente o cómo yo a admirar profundamente.



Annie Lennox y Madonna


Empiezo mi sección de pequeños tributos a las mujeres que admiro.

Sinceramente iba a empezar con Annie Lennox porque ahora mismo estaba embriagada con su música y al ir a buscar una foto en internet mira por donde me encuentro con una de las mejores fotos que puedo llegar a tener: Annie Lennox con Madonna.

No es que crea ni mucho menos que se parecen en nada, ni en estilo de música, ni en carrera musical, ni (aunque éso no podré llegar a saberlo nunca, claro está) en sus formas de ser y de vivir.
ANNIE LENNOX... creo que es la cantante femenina y artista musical que más llega a mi corazón, que más me hace vibrar y a la que desde aquí le doy las gracias por hacerme sentir una y mil veces los escalofrios que recorren mi cuerpo al sentir sus canciones. Y a la vez, siento en su mirada que es una mujer fuerte y que se enfrenta directamente a la vida, una de las cosas que más admiro. Annie, gracias por el disco Diva y por el Medusa, son para mí dos grandes tesoros a guardar en mi caja de Pandora.
MADONNA... bueno, que decir de la mujer camaleón.... sé que es una mujer muy criticada, pero sólo las grandes personalidades son las más odiadas. Sé (no soy ciega) que no es una gran cantante, pero la considero una gran artista, porque es la persona que más ha reinventado su imagen y su estilo, algo muy comentado en su contra, pero creo que muy pocos son tan sinceros como para reconocer que éso es precisamente lo que les gustaría a ellos. A la vez, algunas canciones suyas me gustan mucho y sobretodo, también la admiro por su valentía, su fuerza y su poder vital.
Chicas, no cambieis nunca. Os admiro. Gracias.

martes, 8 de abril de 2008

Ultima clase del trimestre

Llegó la última clase del trimestre en el Aula y aún no me he decidido por qué relato libre llevar. En fín, mañana miércoles nos vemos a las 19h. en el Salambó y a las 20h. en clase.
Lo que al final no ha quedado claro es el tipo de salida de después... si cena o copas.
Sea lo que sea, será un placer disfrutarlo con unos compañeros tan majos. Da pena que se acabe... Esperemos que muchos de ellos sigan hasta junio.